Ahora guardo tu Palabra.
«Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra» (Salmos 119:67; RVR1960).
La gratitud.
Edgar Gonzalez, basado en el Salmo 100, nos invita a ser agradecidos con Dios debido a lo que Él es para nosotros.
La importancia de la consejería.
La consejería es algo que ha estado presente desde el principio, el pastor Ángel Castillo nos dice por qué es importante tener una consejería de acuerdo a la Palabra de Dios.
El Dios que no se cansa.
José Almonte nos explica como el Dios que no se cansa nos llama a no cansarnos de hacer el bien.
El amor y la amistad de Dios.
Sabemos que el amor de Dios es más grande que cualquier otro amor porque amó a pecadores y porque Él dio a Jesucristo para que muriera como sustituto, reconciliándonos así consigo mismo.
La mortificación del pecado [II]
Debemos mortificar el pecado en nosotros debido a que así se demuestra que hemos nacido de nuevo por el Espíritu Santo.
La mortificación del pecado.
Debemos mortificar el pecado en nosotros, con la ayuda del Espíritu Santo, debido a que somos deudores de la gracia y que esto es un asunto de vida o muerte.
Ahora guardo tu Palabra.
«Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra» (Salmos 119:67; RVR1960).
La gratitud.
Edgar Gonzalez, basado en el Salmo 100, nos invita a ser agradecidos con Dios debido a lo que Él es para nosotros.
La importancia de la consejería.
La consejería es algo que ha estado presente desde el principio, el pastor Ángel Castillo nos dice por qué es importante tener una consejería de acuerdo a la Palabra de Dios.
El Dios que no se cansa.
José Almonte nos explica como el Dios que no se cansa nos llama a no cansarnos de hacer el bien.
El amor y la amistad de Dios.
Sabemos que el amor de Dios es más grande que cualquier otro amor porque amó a pecadores y porque Él dio a Jesucristo para que muriera como sustituto, reconciliándonos así consigo mismo.
La mortificación del pecado [II]
Debemos mortificar el pecado en nosotros debido a que así se demuestra que hemos nacido de nuevo por el Espíritu Santo.
La mortificación del pecado.
Debemos mortificar el pecado en nosotros, con la ayuda del Espíritu Santo, debido a que somos deudores de la gracia y que esto es un asunto de vida o muerte.