La tentación de Jesús.
El hermano Edgar González, a través de la tentación de Jesús, nos muestra tres áreas importantes de nuestra vida que debemos revisar y asegurarnos que de descansamos en las verdades del evangelio y su provisión, y no en nuestra interpretación de las circunstancias o nuestros sentimientos.
Rechazando el afán, abrazando a nuestro Padre.
En este sermón el hermano Misael Susaña considera: El mandato negativo de no afanarnos que Jesucristo nos da; cuatro razones de por qué no afanarnos: (1) porque el mismo Dios que nos ha dado la vida y el cuerpo es el mismo Dios que nos dará el alimento y la ropa, (2) porque hay cosas que están fuera de nuestro control y que por mucho que nos afanemos no podremos manejar, (3) porque cada día trae su afán y (4) porque Dios es nuestro Padre, que conoce nuestra necesidad y se ha comprometido a suplirla; una deficiencia en la fe como la causa del afán; y el mandato positivo de buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia que Jesucristo nos da, acompañado de una promesa.
Una invitación especial.
Hay una invitación muy especial que se hizo hace 2,000 años y que se extiende a todos los hombres y mujeres que han vivido: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28; RVR1960).
La tentación de Jesús.
El hermano Edgar González, a través de la tentación de Jesús, nos muestra tres áreas importantes de nuestra vida que debemos revisar y asegurarnos que de descansamos en las verdades del evangelio y su provisión, y no en nuestra interpretación de las circunstancias o nuestros sentimientos.
Rechazando el afán, abrazando a nuestro Padre.
En este sermón el hermano Misael Susaña considera: El mandato negativo de no afanarnos que Jesucristo nos da; cuatro razones de por qué no afanarnos: (1) porque el mismo Dios que nos ha dado la vida y el cuerpo es el mismo Dios que nos dará el alimento y la ropa, (2) porque hay cosas que están fuera de nuestro control y que por mucho que nos afanemos no podremos manejar, (3) porque cada día trae su afán y (4) porque Dios es nuestro Padre, que conoce nuestra necesidad y se ha comprometido a suplirla; una deficiencia en la fe como la causa del afán; y el mandato positivo de buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia que Jesucristo nos da, acompañado de una promesa.
Una invitación especial.
Hay una invitación muy especial que se hizo hace 2,000 años y que se extiende a todos los hombres y mujeres que han vivido: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28; RVR1960).