Amado y cuidado por el Padre.
El pastor Misael Susaña comparte las buenas noticias de que, en Jesús, los creyentes fuimos adoptados por Dios. También, nos enseña tres privilegios que tenemos los hijos de Dios.
Realidades de los hijos de Dios [II]
«Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28. RVR1960).
Realidades de los hijos de Dios.
“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gál. 3:26, 27. RVR1960).
Una vida bondadosa.
«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley» (Gálatas 5:22, 23. RV1960).
La mortificación de la carne.
«Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos» (Gal. 5:24; RVR1960).
Los dos reinos en mí.
Para poder hacer morir lo terrenal en nosotros primero debemos reconocer que hay dos reinos en nosotros luchando.
Maldición o bendición.
Todos los que confían en su propia justicia para ser salvos están bajo la maldición de la ley, pero Jesucristo vino a tomar esa maldición y dar bendición a todos los que confían en Él.
Amado y cuidado por el Padre.
El pastor Misael Susaña comparte las buenas noticias de que, en Jesús, los creyentes fuimos adoptados por Dios. También, nos enseña tres privilegios que tenemos los hijos de Dios.
Realidades de los hijos de Dios [II]
«Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28. RVR1960).
Realidades de los hijos de Dios.
“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gál. 3:26, 27. RVR1960).
Una vida bondadosa.
«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley» (Gálatas 5:22, 23. RV1960).
La mortificación de la carne.
«Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos» (Gal. 5:24; RVR1960).
Los dos reinos en mí.
Para poder hacer morir lo terrenal en nosotros primero debemos reconocer que hay dos reinos en nosotros luchando.
Maldición o bendición.
Todos los que confían en su propia justicia para ser salvos están bajo la maldición de la ley, pero Jesucristo vino a tomar esa maldición y dar bendición a todos los que confían en Él.