La gracia en Cristo.
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:9, 10. RVR1960).
El ministerio de la reconciliación.
La reconciliación es posible por la voluntad de Dios, el perdón, por medio de la sustitución y la fe.
El Rey [ofendido] hace las pases.
El Rey ofendido trabaja para convertir la enemistad en amistad con un mundo que lo ha ofendido. ¿Cómo Dios puede hacer eso y seguir siendo justo? Tomando en cuenta nuestros pecados, pero en Jesucristo.
Pobres en extremo, ricos en generosidad.
El hermano Misael Susaña nos enseña cuál debe ser la condición de nuestro corazón y la manera en la cual ofrendar a Dios o dar a nuestros hermanos en necesidad, a partir del ejemplo de las Iglesias de Macedonia y del Señor Jesucristo.
La gracia en Cristo.
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:9, 10. RVR1960).
El ministerio de la reconciliación.
La reconciliación es posible por la voluntad de Dios, el perdón, por medio de la sustitución y la fe.
El Rey [ofendido] hace las pases.
El Rey ofendido trabaja para convertir la enemistad en amistad con un mundo que lo ha ofendido. ¿Cómo Dios puede hacer eso y seguir siendo justo? Tomando en cuenta nuestros pecados, pero en Jesucristo.
Pobres en extremo, ricos en generosidad.
El hermano Misael Susaña nos enseña cuál debe ser la condición de nuestro corazón y la manera en la cual ofrendar a Dios o dar a nuestros hermanos en necesidad, a partir del ejemplo de las Iglesias de Macedonia y del Señor Jesucristo.