Más importante que lo que tú piensas de ti mismo y más importante que lo que otros piensan de ti es lo que Dios dice de ti, cristiano. Alineemos, por lo tanto, nuestros pensamientos con la Palabra de Dios y vivamos de acuerdo a la verdad de que fuimos bendecimos en Cristo al ser elegidos, predestinados, perdonados, al ser hechos herencia y al ser sellados con Su Espíritu.
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